Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100217
Legislatura: 1888-1889
Sesión: 22 de enero de 1889
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Marqués de Sardoal.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 27, 369-370.
Tema: Situación actual de la Diputación provincial de Madrid.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): El Senado comprenderá que no es ésta manera de discutir, ni que el Gobierno puede estar así a disposición de no sé. (y sentiría que a S.S. le ofendiera la palabra), de no sé qué capricho de S.S. Es imposible discutir de este modo; pero como quiero que quede siempre la razón de mi parte, como quiero, valiéndome de una frase vulgar, cargarme de razón, aunque me parece irregular el debate, voy a contestar a S.S., no a la interpelación que todavía no ha explanado S.S., porque yo la estoy buscando y no la encuentro por ninguna parte. (Risas). ¿Dónde está la interpelación sobre los asuntos de la Diputación provincial? ¿Qué asuntos de la Diputación ha tratado su señoría? Pues a eso hemos de venir, si S.S. cumple su palabra de explanar la interpelación que tiene anunciada, y a esa interpelación le respondo que no contestaré, porque no tengo bastantes datos para contestar a S.S., porque no conozco la obligación que tenga de tratar los asuntos de la Diputación provincial de Madrid, como de las demás Diputaciones provinciales de España; porque para eso hay un Ministro especial encargado de las relaciones de las Diputaciones con el Gobierno. (Muy bien; muy bien). ¿Pero quiere S.S. que le conteste a las preguntas que me hace directamente? Pues yo, siempre deferente con todos los señores Senadores, y no he de hacer ciertamente una excepción con S.S., a pesar de que no me trató muy bien el otro día, voy a contestarlas.

Primera pregunta: ¿es verdad que en la primera reunión de la Diputación provincial, cuando se aprobó una proposición que yo podía considerar como voto de censura, S.S. quería que yo continuara en la Diputación provincial? Sí, es verdad. Es verdad también que yo consideraba aquella proposición ilegal, fuera de reglamento, y que si aquella proposición hubiera llegado al Gobierno, si aquel acuerdo de la Diputación provincial hubiera llegado al Gobierno, el Gabinete, por conducto del Ministro de la Gobernación, no el Presidente del Consejo de Ministros, el Gobierno, por conducto del Ministro de la Gobernación, probablemente, que de cierto no lo sé, hubiera suspendido aquel acuerdo, si no hubiese estado dentro de la ley.

Segunda pregunta: ¿tiene el Sr. Sagasta conocimiento de lo que ha ocurrido desde ese día hasta la reanudación de las sesiones? Perfectamente; lo tengo por S.S., que me ha hablado varias veces del asunto, y lo tengo por los diputados provinciales, que en calidad de amigos míos y en calidad de correligionarios, y reconociéndome como jefe, fueron a consultarme y a pedirme consejo. Les di consejos de prudencia a los unos y a los otros; a los que estaban al lado de S.S. y a los que habían disentido de S.S.; pero esto lo hice como jefe del partido, como amigo, y estaba en mi derecho al hacerlo. Los unos seguían al lado de S.S. por consejo mío y por indicación mía, y los otros no quisieron seguir al lado de S.S., no por cuestiones políticas, sino por agravios personales que suponían recibidos de S.S. y trabajé todo lo que pude con esos disidentes de S.S. para que se unieran a los que al lado de S.S. estaban, a fin de que evitaran al Gobierno y a la Diputación provincial las dificultades con que tropezaba la presidencia.

Si lo conseguí, no tengo yo que decirlo; hice todos los esfuerzos posibles para lograrlo. Y luego, ¿qué sucedió? Que en lugar de la proposición que S.S. consideraba como voto de censura y que yo creía que estaba fuera del reglamento, y cuyo acuerdo podía haberse suspendido en el caso de que se hubiera tomado, en lugar de eso, lo que hicieron los diputados de oposición, unidos a los disidentes de S.S., fue formular un voto de censura claro y terminante.

Desde aquel momento, declaro que yo no hice ya nada respecto de la Diputación provincial; porque hasta que llegó aquel momento, me creí en el deber de aconsejar términos de prudencia; pero una vez que los términos de prudencia habían sido desatendidos, yo ya no podía proceder como Presidente del Consejo de Ministros, en cuyo cargo nada tengo que ver con la Diputación provincial de Madrid ni con las demás Diputaciones provinciales de España, y lo que única y exclusivamente hice fue decir al Ministro de la Gobernación: Sr. Ministro de la Gobernación, yo he hecho todo cuanto he podido para evitar que el señor Marqués de Sardoal fuera derrotado como presidente de la Diputación provincial; no me ha sido dable impedirlo; ahora, no olvide Vd. los preceptos de la ley, cumpla con ella, y procure que cada cual, lo mismo los que están al lado del Sr. Marqués de Sardoal como los que se encuentran enfrente, cumplan también con su deber, como el Gobierno cumplirá con el suyo. Yo ya no quiero intervenir para nada en los asuntos de la Diputación provincial; de manera que yo, como Gobierno, no he intervenido para nada, ni tenía para qué intervenir, en las cuestiones de la Diputación provincial. Si he dado algún paso, ha sido para evitar lo que ha sucedido; y lo he dado como particular, como amigo, como jefe de partido. Pero de todos esos pasos que haya dado, de las conversaciones que haya tenido y de los esfuerzos que haya hecho, no tengo para qué dar cuenta al Senado, ni el Senado debe conocerlos, porque éstas son cosas muy chicas para tan alto Cuerpo. (Muy bien; muy bien).

Me basta a mí hacer constar esto como satisfacción a S.S., no al Senado, que el Senado no debe ocuparse, repito, de esas cosas, ni deben entretenerle, porque aquí no estoy como jefe de un partido, no estoy más que como Presidente del Consejo de Ministros; y por lo que hago como jefe de partido, en mi partido se me puede exigir la responsabilidad, pero [369] no en el Senado, que nada tiene que ver con las cuestiones de partido. (Muy bien; muy bien).

Mas no me cansaré de repetirlo: no he intervenido en los asuntos de la Diputación provincial de otro modo que como amigo y como jefe de partido, para ver si podía evitar lo que ha sucedido. ¿En bien de quién? No digo que en bien del Sr. Marqués de Sardoal, sino en bien de la misma Diputación provincial y en bien del Gobierno, que no quiere esas dificultades. No lo he podido conseguir; mis medios personales como jefe de partido no bastaron; y ya, como Gobierno, me encerré en la más completa reserva; no quise en absoluto volver a ocuparme de la Diputación provincial.

Dejé que la ley se cumpliera, que cada cual ejerciera sus derechos como lo creyera conveniente, para que, en último resultado, si el Gobierno tenía que decidir, decidiera con entera libertad y con justicia dentro de la ley.

Lo pasado después, una conferencia a que S.S. se ha referido, y otra porción de cosas, me son de todo punto desconocidas; no sé absolutamente nada. Le dije al Sr. Ministro de la Gobernación: mis medios personales han concluido; como Gobierno nada puedo hacer, puesto que no me entiendo con las Diputaciones provinciales; Vd. hará que se cumpla con la ley cuando llegue el caso.

Me parece que he contestado a las preguntas del Sr. Marqués de Sardoal; si he dejado de hacerlo a alguna, dígamelo, porque estoy dispuesto a contestarla en el acto. (Muy bien; muy bien). [370]



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